lunes, mayo 11, 2009

Simplemente comparaciones






Siempre dicen que las comparaciones son “odiosas”. Sin embargo, si son reales y no hirientes, sino saludables, no son más que un proceso mental y sentimental natural. Ya de bebés seguro que empezamos comparando el hábitat en la placenta con el del exterior.

En Cartagena, los perros están cansados viviendo sabrosamente. En Riobamba ladran durante toda la noche estridentemente hasta despertarte, y a la hora del amanecer, los gallos se apoderan de las calles.
En Cartagena, la bulla. En Riobamba, mayor silencio.
En Cartagena, el soniquete especializado de cada uno de los vendedores ambulantes. En Riobamba, más orden y diría que hasta higiene en los múltiples mercados diarios.
Mar con sol, montaña con nubes. Caribe, los Andes.
Un saludo acompañado por una mirada en forma de piropo frente a una mirada mayoritariamente extraña.
Costeño, kichwa y español.
En Cartagena, para desayunar, arepa, empanadas, deditos, la mayoría fritito, acompañado de un juguito o una gaseosa. En Riobamba, tallarines con sardinas y un vasito de avena, maizena, o especies varias

Sopa de mondongo versus sopa de mondongo. Lo que más me apasiona en Colombia y en Ecuador y donde esté, la sopa de mondongo sí es casi igual allá y acá. Para que entiendan mejor, miren acá: http://es.wikipedia.org/wiki/Callos

Sea como fuere, siempre debes ser feliz allá donde llegues.

Rodeada de alturas







Cada mañana cuando me levanto deseo que las cordilleras y en especial los volcanes no estén tímidos con los extranjeros para así poder verlos. El volcán Chimborazo, de 6.310 metros de altura, situado al noroeste –de Riobamba-, el volcán Tungurahua, se alza hasta los 5.016 metros de altura y se ubica al Noreste, el volcán El Altar, con sus picos desordenados se levanta hasta los 5.319 metros al este.

Todavía me siento y me sienten como extranjera porque, como saben decir acá, el Chimborazo en especial no se deja ver ante ojos extraños.

Las adaptaciones son duras siempre que las/te observas con demasiado detenimiento

Al fin y al cabo, es como sentirse en casa. El fregaplatos FAB es el mismo que el que usaba en Colombia. Las sopas sencillas blancas con sólo huevo me recuerdan a las que tradicionalmente toma mi abuelo con huevo y pan duro. Al montarte en un carro (buseta dirían en colombiano) el cobrador anuncia los destinos a modo de: el que más grita y más repite el mensaje más clientes se lleva, igualito al estilo colombiano. El transporte colectivo y los taxis son idénticos a Colombia, te pitan para llamarte la atención y les elijas, pero acá no insisten tanto, no son tan cansones como en Cartagena. La música, menos mal, también es muy parecida a la que se escucha en Colombia comúnmente: vallenato, salsa, bachata, reggaeton. Si te vas con indígenas puros, ya ahí sí cambia la cosa…
El valor de la mujer y la madre son tratados muy similares en Colombia y en Ecuador. En Colombia viví el día de la mujer, nunca me habían felicitado tanto en mi vida como aquel día; en Ecuador estoy viviendo el mes de la madre. Tengo entendido que, de hecho, el día de la madre es muy importante en toda Latinoamérica. Y luego cabe preguntarse, tantas felicitaciones, regalos, trato caballeresco con la mujer y la madre durante fechas especiales, pero ¿qué sucede en el día a día cuando ésta cría los hijos, prepara la comida, hace el aseo, lava la ropa, la tiende, la plancha, hace el mercado, cría los nietos, sale al campo o a la oficina a trabajar?

Seguro que mañana el Chimborazo me da la bienvenida si amanezco Riobambeña.